sábado, febrero 17, 2007

El glorioso 25 de mayo (Night Watch)

Hubiera pensado que lo más cerca que estaba Terry Pratchett a una épica, era Jingo, que en verdad yo no veo como una novela épica. Luego conocí Night Watch.
Originalmente esta novela llevaba por nombre The Nature of the Beast, y durante la misma, Vimes hace referencia a ello, a la naturaleza de la bestia, o sólo a la Bestia, cuando se refiere a la ira, esa ira que el medio le ha hecho nacer dentro, ira nacida de la desesperación, de la impotencia, de la amargura, de la sed de justicia, y tal vez del simple instinto primitivo de acabar con la amenaza. Una Bestia que Vimes sabe es útil, pero también sabe que debe ser domada, reprimida, y que esa es una de las funciones de la Ley.
La Ley contra la Bestia, una maravillosa metáfora, sobretodo cuando se toma en cuenta que no se está diciendo que sean opuestas, que sean el bien y el mal, ni siquiera dos caras de la misma moneda, sino causa y efecto intercambiables, herramientas la una de la otra.
La Bestia está en todo ser humano, la necesidad de la Ley también.
Es una pequeña obra de arte, tanto así que llega a emocionarse uno al escuchar el himno que los... no podemos llamarles los rebeldes, pues la estructura misma de la novela dificulta estas etiquetas, pero digamos los rebeldes; el himno que los rebeldes entonaban emociona de verdad.
Con esta novela, enmarcada en la rebelión del Glorioso 25 de Mayo, se llegan a conocer muchas cosas del pasado de Vimes, Colon, Nobby, e incluso Reg Shoe, y cómo llegó a ser un zombie... bien, no exactamente, pues se afirma que no se sabe del todo como es que alguien se transforma en zombie, pero el caso es que Shoe recibio su media docena de flechas y siguió luchando (aun cuando él no era un guerrero, sino un idealista), y luego murió, pero sólo para volver a levantarse más tarde, tal vez solamente por terquedad.
El joven Nobby debe ser una de las cosas mas tiernas de que he escuchado, con su casco que apenas deja ver la nariz y la placa que se labró en un trozo de jabón, y las alusiones a su padre rompen el corazón. Sabemos ahora por qué Colon, en The Fifth Elephant, piensa en cómo el era ya un policía cuando Vimes era sólo un novato.
Vimes hace de padre de Vimes, padre putativo, mentor, tal vez como una alusión a lo que está por venir en su papel de padre. Las novelas de Pratchett siempre funcionan en muchos niveles, a veces demasiados.
Ahora llegamos al concepto del tiempo, de la historia como un río. La Historia que siempre encuentra la manera de acontecer, como un río siempre encuentra el cauce, de manera que los recuerdos de lo que pasó, permanezcan los mismos aún cuando algo altere el curso normal del tiempo. En eso no puedo estar de acuerdo con Pratchett, me parece demasiado antropocéntrico, pero luego recuerdo que es el Mundodisco, donde todo existe en función a la magia y a la creencia. Las cosas pasaron la primera vez de una manera, y la siguiente de otra, pero los recuerdos permanecieron igual. Sin embargo no puedo conseguir sentir la misma simpatía por un Keel que el lector nunca conoció, como la habría sentido de observar al ídolo de Sam Vimes en acción.
Parece que la historia aquí, cuando alterada, no forma un ciclo, sino un tirabuzón, donde las... ¿como llamarles, fuerzas, energías, principios?, van en aumento. Vimes como Keel se comportó aún mejor que Keel, superó al maestro, los eventos aumentaron, digamos, un orbital, como si habláramos de electrones.
Aun con lo anterior, Vimes no es aun mejor al terminar la aventura, es él mismo, ahora hay dos pasados, ¿hay dos Vimes? ¿Que recuerda Vimes cuando regresa a su presente? O tal vez se diluya el efecto en la magia del recuerdo, esa magia brumosa. Los recuerdos de un jovensísimo Vimes no pueden ser demasiado diferentes de los del otro jovensísimo Vimes, pero ¿aun en los eventos más sobresalientes? Me queda la duda, ¿hay otro Vimes con otros recuerdos?, ¿o hay dos recuerdos en un solo Vimes?
El cerebro se amolda, acomoda las cosas, eso es lo que no me gusta de la idea de la Historia que se reconstruye, depende del cerebro, depende de los testigos, y existe en función de ellos.
Pero la novela es maravillosa, consigue comunicarle a uno la sensación de regresar a un pasado, para nada mejor, pero muy querido. Es un poco lo que me ocurrió con Volver al Futuro, o con esas ocasiones cuando, medio dormido, puedes recuperar un recuerdo en todo su esplendor.
La vieja guardia, el viejo Ankh-Morpork. Winder, su deceso, el ascenso al poder de Snapcase, y la sombra de Vetinari, labrándose un camino.
Vemos al joven Vimes, le vemos llenarse de esperanzas al observarse a sí mismo, creyendo ver a Keel, y sabemos por lo que tendrá que pasar para convertirse en ese Vimes que, en mi opinión, ha dejado muy atrás todo concepto mismo de antihéroe.
Aquí la portada de Night Watch:

Y aquí, la pintura original de Rembrandt en que se basó, y que lleva el mismo nombre:

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