sábado, agosto 23, 2008

Lo que pudo haber sido II

Y así, triste y derrotado regreso.
Durante unas pocas horas esta madrugada, fui un usuario de Ubuntu.
Todo comenzó con un desgraciado rootkit que se me escondió en el sistema, vaya usted a saber donde, y con eso de que esas cosas son bien difíciles de quitar -no era sólo cosa de emplear el antivirus, sino emplear al menos otros cuatro programas y trabajar en condiciones especiales-, que me entró el coraje y decidí mandar a Windows al carajo. Durante tres días, entorpecidos por el méndigo virus -por que de rootkit pasó a trojano en forma-, me dediqué a respaldar toda mi información, 20 DVDs -más al menos 5 en falso que el Nero me echaba a perder- fueron necesarios para respaldarlo todo. Luego descargué Ubuntu 8.04, quemé el CD, y al carajo con todo.
Ubuntu es una chulada, en algunos aspectos, por ejemplo me libró de varios engorros. Mi primer miedo era que no iba a poder conectarme a Internet por el Prodigy, pero el Ubuntu se lo pasó por el arco del triunfo y quedó listo sin que yo le metiera mano. De inmediato se puso solito a actualizarse -claro, sin el pedo que hace Windows por que el sistema no sea original-, y encima de todo, se pone a descargar los drivers que necesitaba para mi hardware, nada de CDs polvorientos ni nada, vaya, que hasta el driver de la tarjeta de video me descargó. Mi siguiente miedo era que no iba a poder leer los DVDs que hice de respaldo en formato UDF, y de nuevo como si nada los leyó. Y estaba to asombrado, pensando "o sea que esta gente me regala un sistema operativo, su soporte y actualizaciones, y encime hace el trabajo por mi, esto no puede ser tan bello... lamentablemente no lo fue.
No había manera de hacer funcionar la tarjeta de captura de video, por que no vi por donde diantres enterarme si bajo Ubuntu existía, y ese fue otro problema para un mimado usuario de Windows como yo, que las cosas parecen estar escondidas en Ubuntu, no las más funcionales, pero sí lo administrativo. Estaba dispuesto a dejar pasar eso de momento, y aun la incapacidad de instalar el Poser -tenía la esperanza de que Wine viniera en mi ayuda- y Perfect World. Pero resultó que una de las cosas que quería hacer antes que nada, era formatear los discos duros extras... y simplemente no veía la forma de hacerlo, lo más que conseguí fue que el sistema me reconociera que era yo el dueño y no un tal "root", ¿quien será ese tal "root"?. Pero aún así, y cuando pudo borrar el contenido de los discos... nada de formatearlos, hasta que me enteré de que tenía que bajar un programita Gpartitioner o algo así, con el que por fin hubo formateación... pero me quedó el mal sabor de boca de no poder haberlo hecho en cuanto yo quería.
Luego estaba Windows... que resulta que nunca se borró por completo el sistema operativo, al parecer seguía allí, y en efecto, hasta se lo podía revivir, en forma homuncular y deforme, pero revivido... y pues esa clase de cosas me desesperan mucho, si quiero borrar algo, quiero que se borre por completo, no dejando trozos de sí tras su partida. En fin, que para seguir, el control de la tarjeta de video no era idóneo, y al pasar la señal a la TV, me aparecía sólo un cuarto de la pantalla; que al tratar de instalar el Avast para Linux, simplemente no pude hacerlo aparecer en el equivalente de Ubuntu del Menu Inicio de Windows, seguí las instrucciones, me invente algunas, voltié de cabeza el archivo y nada, así que era cosa de que cada vez que lo quisiera usar, tenía que irme por todo el caminito de carpetas hasta donde estaba, por que encima no pude crear un acceso directo. La cosa terminó de hartarme la tercera vez que se me colgó el Ubuntu... ¿pues qué no se supone que eso es lo que Ubuntu no hace y que Windows sí, colgarse? Por que este XP que llevo años usando nunca se me ha colgado, no sin manera de despertarlo, y Ubuntu sí... eso fue la gota que derramó el vaso y, tengo que admitir que triste, tuve que volver al viejo y conocido Windows -bien dice, mas vale malo por conocido que bueno con quien hablo-. Me puse y con el disco de Windows si formeteé todo -eso si, si en alguien puedes confiar para que acabe con todo lo que tenías antes que él, sobre todo si era otro sistema operativo, ese es Windows-, y estoy de vuelta, sin virus y esperando a que llegue uno nuevo, por que ya se sabe que no hay de otra. De nuevo con Windows.
Pero allí está Ubuntu, no termina mi añoranza por el día en que pueda entregarme completito a él... ejem... a ella, desde este momento Ubuntu es "ella", y ser feliz entre sus brazos. La verdad es un sistema precioso, y como dije, de inmediato te encuentras con una actitud muy distinta a la de Windows en cuanto a servicialidad, la de Windows es como que forzada, y siempre puedes ver el brillo monetario en el ojo metafórico del sistema de Microsoft, la de Ubuntu se siente real, como alguien que se está esforzando por hacerte feliz... pero que también te trata como un adulto y quiere que tú te esfuerzes otro poquito... y esta vez, supongo, no estaba preparado para dar ese esfuerzo.
Aún así, recomiendo Ubuntu. Y si se lo instalan y lo disfrutan, trátenmelo... digo trátenmela bien, y díganle que algún día estaré allí con ella... algún día... algún día...


viernes, agosto 15, 2008

Lo que pudo haber sido


La cinta que mató a la ciencia ficción

Sin duda que muchas películas guardan un lugar especial en la historia, y especialmente singular es el lugar que ocupan las malas películas. Sin duda todos recuerdan Plan 9 From Outer Space, la opera prima de Ed Woods, la quintaesencia de las películas cuya mala calidad llega al extremo y sale por el otro lado, en otras palabras, las películas que de tan malas, son buenas.
Pero entre las películas malas, y la ciencia ficción tiene décadas padeciendo de este mal, se encuentra una que el tiempo ha sepultado, y que recientemente Hollywood quiere resucitar.
Varios habremos oído hablar de la por venir Star Wars. Pero pocos saben que es un refrito de una oscura película que allá por los 70’s, 1977 para ser más exactos, atacó las salas de cine con el extraño título de A New Hope. Y es que ese críptico y desafortunado título fue uno de los muchos factores que condenaron a este película y que, con el paso del tiempo, la transformarían en “la película que mató a la ciencia ficción”.
Después de 2001, Odisea Espacial, y de El Planeta de los Simios, los entusiastas de la ciencia ficción veían la posibilidad de que el cine por fin experimentara un cambio, ese cambio que se esperaba, que casi se podía respirar, y que llevaría a la ciencia ficción cinematográfica a nuevos horizontes.
Y fue en ese ambiente que un director en ciernes, llamado George Lucas, a quien hoy la historia ni siquiera reserva un lugar similar al de Ed Woods, intentó hacer algo nuevo con la ciencia ficción. Lucas venía de American Graffiti -una cinta que nadie esperaba tuviese el éxito que tuvo-, y según muchos críticos, debió haber sabido que su lugar eran las cintas de adolescentes. American Graffiti reflejaba una época, un entusiasmo, una melancolía que llamaba a los espectadores y creaba expectación, dentro de la industria, acerca de Lucas.
Sin embargo, Lucas también venía de una extraña película estudiantil con el título de Electronic Labyrinth: THX-1138 4EB, que después se transformaría en la infame THX-1138, película que le costó 300,000 dólares a Francis Ford Coppola, que llegó a los cines –mutilada según el mismo Lucas-, y pasó sin pena no gloria.
Tras la derrota de THX-1138, Lucas decidió a abrirse camino por sí mismo –y no había mucho más que hacer, después de haberle costado esos 300,000 dólares a Coppola- y llevar a la pantalla su sueño.
A New Hope, cinta que Lucas definía como Fantasía Espacial, se paseó por varios estudios antes de que la Fox decidiera apoyarla; pero el mal inicio que auguraba este vagar, sólo dio paso a un mayor número de problemas. Presupuesto desbordado, retrasos en el estreno, innumerables fallas técnicas, y la juventud de George Lucas que le llevó a enfrentarse a un equipo que consideraban saber lo que estaban haciendo mejor que el director.
El protagonista de A New Hope era Luke Starkiller, un joven granjero del planeta Tatooine, que es sacado de su ardua pero tranquila vida diaria -¿alguien recuerda a Bilbo Baggins?-, para enfrentarse, con la ayuda de un sabio y avejentado “caballero Jedi” -una especie de mago espacial, ¿alguien recuerda a Gandalf?-, y de un enorme, verde y pisciforme pirata espacial por el nombre de Han Solo, contra el maligno Imperio Espacial, y su malvado Emperador; un enorme rostro holográfico a la Mago de Oz, que daba órdenes a su sirviente Darth Vader, una oscura e imponente figura –la única imagen persistente de esta oscura cinta-, que sin embargo era interpretado por el desconocido David Prowse, cuyo imponente físico bajo el disfraz negro, no distraía de la inexperta voz con un marcado acento escocés. Y todo ello, para rescatar a una damisela en peligro, la Princesa Leia Organa, que era mantenida prisionera por el malvado Darth Vader.
De la explicación anterior, en más, no era mucho lo que se podía extraer de la cinta, que algunos críticos consideraron “el peor y mas desvergonzado intento de adaptar a Tolkien a la pantalla grande”. El argumento era a veces imposible de seguir, mientras Lucas mezclaba oscuras alusiones a “la Fuerza”, claramente extraídas de los libros de Carlos Castaneda, y bizarros planes del Imperio Espacial para utilizar un arma –nunca del todo explicada, mucho menos mostrada- para destruir mundo tras mundo en un intento de aniquilar una rebelión. Toda la noticia que el espectador tenía acerca de la utilización de la mencionada super arma, eran los diálogos en los que se hacía alusión a los mundos destruidos; y es que ese fue otro de los grandes problemas del novel Lucas. Los efectos especiales. La historia trataba de ser ambiciosa, sin embargo, la época no contaba con la manera adecuada de contarla. Breves vistazos a extrañas máquinas volantes y algunos chapuceros destellos era todo lo que el cine espectador recibía para aderezar los largos diálogos descriptivos, cuando se trataba de “batallas espaciales”. Y es que, al menos el entusiasta de la ciencia ficción, tenía la mente lo suficientemente alimentada con narrativas del tipo de E.E. “Doc” Smith, como para esperar épicos enfrentamientos estelares. Pero como ya se ha dicho, la tecnología no existía, y Lucas fue demasiado ambicioso como para conformarse con platillos sostenidos por líneas para pescar. Así que se decidió por efectos tramposos, perspectivas forzadas, y diálogos, montones de diálogos tiesos y trabajosamente escupidos por los actores.
Luego estuvo la edición. Cuentan los enterados, que Lucas nunca estuvo conforme con la edición de su opera prima, pero demandas de horario así como un presupuesto terriblemente rebasado, lo obligaron a entregar una cinta lenta, extraña, donde los personajes parecen esperar durante minutos enteros después de haber “hecho los suyo” a que otra cosa suceda.
Luego estaban los “sables de luz”. Durante algún punto en la redacción del libreto, Lucas decidió que sus personajes debían emplear un arma llamada “sable de luz”, una especie de “espada espacial” que el caballero Jedi describe como “un arma elegante, de una época más civilizada”. Nadie sabe lo que Lucas habrá tenido en mente, pero lo que los cine espectadores recibieron, fueron duelos de esgrima con espadas de madera forradas en material reflectante, lo que sólo hacía más evidente la naturaleza de “arma de juguete” de los “sables de luz”. En algún punto, también, Lucas decidió dotar a sus sables con un sonido como un chirrido “musical” que “recordara a las espadas cantarinas de la mitología medieval”, sonido que ha pasado a la historia como uno de los más enervantes jamás mostrados en una cinta, comparado por los críticos de aquellos tiempos a “uñas arañando un pizarrón”.
La secuencia final de la cinta era francamente patética, con los personajes entrando en naves espaciales de cartón, para que después se informara por diálogos que estaban en el espacio, luchando contra las naves enemigas y la super arma del Imperio Espacial. Lucas trató de crear un ambiente de tensión en una pequeña “sala de observación”, donde los personajes narraban como se iba desarrollando la batalla espacial, y los actores hacían su mejor esfuerzo para comunicar emociones, pero rara vez lo conseguían. Por fin, la Princesa Leia exclamaba que Luke Starkiller había destruido la super arma, después de una escena dentro de la cabina de control de la nave del mencionado Starkiller, quien escuchaba la fantasmal voz de su, hasta entonces supuestamente muerto, maestro Jedi, y se decidía a “confiar en la Fuerza”. Y todo mundo celebraba, dejando a la audiencia abucheando la escena donde los personajes eran condecorados.
La cinta, que daba comienzo con una larga explicación de texto en pantalla –otro de los grandes errores y claros ejemplos de una cinta mal planeada- incluía, justo al inicio, el extraño título de: “Capítulo IV: Una Nueva Esperanza”. Desde ese momento la gente se preguntaba, ¿una nueva esperanza… acerca de qué? Y la sensación de que Lucas les estaba escatimando la historia nunca se desvanecía.
El estreno de A New Hope estuvo rodeado de grandes expectativas, creadas entre los fans de la ciencia ficción, con muestras de cortos en convenciones y utilizando lo que se ha considerado los más tempranos ejemplos de lo hoy denominado “campañas virales”, de manera que se le llagó a considerar, en el mundillo de la ciencia ficción, antes de su estreno, como la cinta que revolucionaria al género –entre los “iniciados” se le consideraba la “adaptación no oficial” de la saga de Lensman-. El ambiente general de desencanto que siguió, ha sido culpado por el lamentable estado actual de la ciencia ficción en el séptimo arte.
De los interpretes de esa triste cinta, Harrison Ford –el alienígena Han Solo- pasó a ser considerado la causa de que “Sueñan los Androides con Ovejas Robóticas” adaptación de un libro del mismo nombre hecha por Ridley Scott, fuese un fracaso de crítica y taquilla. “Sueñan los Androides” era un nuevo intento de hacer buena ciencia ficción, pero Ridley Scott vio sus sueños destruidos por una complaciente y floja actuación de Harrison Ford, quien a partir de allí quedó reducido a la maldición más temida por los actores, papeles secundarios en buenas películas, y protagónicos en malas cintas.
Mark Hamil, quien interpretara a Luke Starkiller, y Carrie Fisher, Leia Organa, lograron, sin embargo, alcanzar laureadas carreras cinematográficas que les valieron, a Carrie dos Oscares como mejor actriz, y a Hamil un Premio de la Academia por Filadelfia.
Lucas siguió adelante, apoyándose en su amigo Steven Spielberg, para producir su última película, Indiana Jones, protagonizada por Tom Selleck, que si bien no fue el tremendo fracaso de A New Hope, pasó sin pena ni gloria.
A Spielberg, tras el éxito de Jaws, la asociación con Lucas le costó un esporádicamente interrumpido anonimato que sólo rompió definitivamente en 1993 con La Lista de Schindler.
En el remake de A New Hope, que ahora se ha titulado Star Wars, no está involucrado Lucas, quien las últimas décadas había mantenido todos los derechos, y será dirigida por Brian Singer, quien ha dicho que muchos cambios serán hechos a la historia. Tras décadas de un cine desierto de buena ciencia ficción, hay quien pone sus esperanzas en esta Star Wars, la consideran, irónicamente, Una Nueva Esperanza… los más cínicos lo dudamos, preferimos mirar con cariño a 2001, Odisea Espacial y El Planeta de los Simios, y soñar con lo que pudo haber sido…
Hay rumores de que Scott pretende regresar a la ciencia ficción después del fracaso de “Sueñan los Androides”, con una película tentativamente titulada “Xenomorph”.

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martes, agosto 05, 2008

La banda sonora de lo que viví

Bueno... no. No estoy siendo del todo sincero con ese título. No se trata de la banda sonora de lo que viví, sino de la banda sonora que me ha acompañado en los últimos años.
¿Pero de qué estoy hablando?
Ah, sí, de nuevo estoy hablando del Maestro Sabina.
Baalcebub no es ningún melómano. No sabría distinguir un bajo de un piano ni aunque me golpearan con ellos en la cabeza, no sé lo que es buena música, pero sé lo que me gusta. Y durante mi adolescencia, me gustaban cosas... más bien raras.
Mi primer amor musical, por ejemplo fue Alejandra Guzmán, aquella Alejandra Guzmán de la primera mitad de los noventas, ¿alguien se acuerda? Las crinolinas, el horror de horrores que causaba la canción de "Hacer el amor con otro" -no de mis favoritas-. La Alejandra Guzmán de "nuestro amor, uh oh uh oh oh, es una cámara de gas" y de "cuando estoy sola, un par de sandwich de atún con cebolla, media cerveza y estoy en la gloria, viendo la televisión" -por cierto, esa canción siempre me daba hambre, y a la hora de la hora, el atún con cebolla terminaba siendo mucho menos satisfactorio de lo esperado. Por cierto que, como otro medio millón de cantantes, la Guzmán también ha hecho duetos con Sabina, aunque sea un par de líneas en la canción de Viridiana.
Luego, mi segundo amor musical, y tengo que confesar que lo que me atrajo, como buen adolescente -esto ya era en la segunda mitad de los noventa- fue Marta Sánchez. Ahhhh, Marta Sánchez... como dijera una vez Polo Polo acerca de la Sánchez, "Hay Martita, qué ganas de acabarse de criar". Pero buena voz si la tenía... y la tiene, supongo, no la he escuchado mucho. En fin, que era música sin mucho sentido, pero era la edad en que uno le encuentra sentido a mucha música. Me acuerdo cómo se me ocurrían historias escuchando "Dime la verdad" o incluso con "Noche de Tarot" -Baalcebub se sonroja y para disimular patea un cráneo al pozo de lava ardiente-, y hasta "Dos Amigas" me gustaba, aunque de esta lo que más me gustaba era la música. Y así como no soy melómano, sí soy monomaníaco con las canciones y suelo escuchar una y otra vez el disco -en aquellos tiempos cassette... hoy carpeta de MP3- que de momento me está gustando. Ahora que me pongo a recordarlo, la Sánchez de verdad me movía las emociones, y hasta un toque de misticismo despertaba.
Luego vino la época en que escuché "Si el norte fuera el sur", y me volví adicto a Ricardo Arjona. Era rebelde, contestatario, anti-establishment, urbanamente romántico, todo lo que un Baalcebub adolescente... terminando la adolescencia... podía querer. Esto era, claro, antes de que me diera cuenta de que Arjona únicamente dispone de tres tonadas, que acopla a las letras alternativamente- es por esto que me parece que su mejor material es Galería Caribe, por que en ese disco al menos hay un poco de música distinta a esas tres tonadas eternas-. Y recuerdo cómo, una vez leyendo El Chamuco -por que claro, jovencito, rojillo y riusiano que era, tenía que leer El Chamuco, vi una carta en que una persona se quejaba contra Arjona diciendo que era una copia bastante mala de Sabina. "¿Y quien será ese Sabina?" me preguntaba yo, pero si estaba relacionado con una crítica a Arjona, merecía de automático mi odio.
Pero ahora doy un salto más atrás en el tiempo, a mi niñez, y a escuchar, en alguna medio olvidada reunión familiar, una cancioncita que decía algo así como que "Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres"; tonterías que cantaban los adultos que no sabían que lo verdaderamente bueno era Parchís... qué tiempos...
Luego, después de Arjona, vino una péqueña pero intensa época instrumental. Música de piano, that was the ticket. Me emocionaba tremendamente un par de cassettes que había conseguido, con varias piezas, supongo que populares, interpretadas al piano. No me acuerdo qué temas eran, pero eso sí, al escucharlos me transporto de vuelta a esa época de finales de la secundaria y principios del bachillerato. Claro que también, como toda mi generación, sigo atado emocionalmente, me guste o no, a cosas como "Oye mi amor, no me digas que no" y demás canciones de Maná, y de Ace of Base -¿qué habrá sido de estos últimos?-. Pero eso era parte de la experiencia social, en lo personal, era Arjona, piano, y luego Era.
Era fue un fenómeno, según recuerdo, esa especie de cantos gregorianos, new age, en un lenguaje extraño y que se supone tenía una relación directa...mente publicitaria con los cátaros. Esa era la música para mí, y no hablar más; cuando escuchaba música, que no era tanto como supongo suelen hacerlo los jóvenes adultos.
Mi relación con Arjona luego se hizo más profunda, cuando en mis tempranos veintes, descubrí que cierta persona... ejem... muy especial... era fanática de Arjona. Por supuesto que me apresuré a volverlo uno de los lazos que nos unían. "Estoy en el paraíso", dijo ella una vez escuchando de mis audífonos "Duerme", de Arjona. Creo que cualquier hombre sabe lo que eso puede hacerle a uno, te derrite por dentro... pero en fin, otras épocas, otra vida.
Y así que un día, un buen amigo me presta un cassette, sí, todavía eran cassettes, y me dice que uno de esos es la influencia de Arjona. El cassette se llamaba Enemigos Íntimos, y la portada eran un salero y un especiero con las iniciales S y P... Sabina y Páez.


Hay algo que siempre me pasa con los discos nuevos, a la primera que los escucho no me dicen nada, no me gustan, no los aprecio, a la segunda puedo saber si me va a gustar o no, si lo escucho una tercera, es un disco privilegiado. Eso pasó con Enemigos Íntimos. Era interesante, pero... nahhhhh...
Blasfemia, lo anterior ha sido una blasfemia, pero cierto. Unos pocos meses después, habiendo hecho una copia de ese cassette prestado, era incapaz de escuchar otra cosa. Era el evangelio según San Sabina y San Páez, era la cosa más hermosa que había escuchado jamás. Y claro, era la época del... del... esa palabra... ya saben... que empieza con "a"... am... am... o-o-o... r-r-r... eso mismo. "Llueve sobre mojado", que nunca he podido cantar por que soy incapaz de lograr esas tonadas de los versos terminados en "ado". "La vida moderna" que es el preámbulo de la hermosa obra. "Lázaro", que Sabina casi te platica en lugar de cantar. "Tengo una muñeca que regala besos"... ay... esa es de las que matan, esa y "Cecilia", traen recuerdos tan fuertes de calles de una ciudad distinta, de caminar por calles desconocidas sin saber a dónde iba y sin deseos de saberlo, con el incipiente temor de perderse y el anhelo de hacerlo; calles tan extrañas en esa ciudad minera, tan distintas de mi cuadriculado terruño, tantos túneles, tan pocos automóviles, y caminar y caminar sintiéndose enamorado y miserable... y luego, por obra de una casualidad indescriptible... pero esa es otra historia. "Si volvieran los dragones" también es urbana, pero local, menos intensa. Y "Buenos Aires" sabrá Tiamat por qué, me gusta también mucho. Bueno, que Enemigos Íntimos marcó una etapa de mi vida, o vino cuando una etapa era marcada.
Luego, el mismo amigo, me presta otros dos cassettes, si mal no recuerdo "Física y Química" y "Yo, Mí, Me, Contigo"... es posible que hasta "El hombre del traje gris". Y de nuevo, al principio no eran la gran cosa, era música "de antes", de "otra época". ¡Pero si allí estaba "Y nos dieron las diez y las once"! ¡Así que Sabina era el perpetrador de esa extraña pieza!
Luego ocurrió aquella extraña madrugada, en los tiempos del desastre, en que me puse a oír "bien" esas canciones. Y "A la orilla de la chimenea" me la estaba cantando a mi... no, o sea, no que Sabina quisiera estar "conmigo" a la orilla de la chimenea, sino que yo era ese tipo que quería ser una sombra, a la orilla de la chimenea, a su lado, a esperar que pasara la marea -una vez más, para disimular su malestar, Baalcebub patea un fémur al pozo son fondo... se escucha, al fondo del pozo, un grito de "¡dejen de aventar basura!"-.
"Donde habita el olvido"... esa era una profecía disfrazada de canción... lamentablemente no TODA ella era una profecía, claro, más bien una profecía en forma de metáfora... me lleva la...
Y recuerdo a esa misma "persona especial", me recuerdo a mí ofrecíendole los audífonos, diciéndole que tenía que escuchar esa canción de "Donde habita el olvido", por que yo sabía que le iba a gustar, por que era su tipo de canción, ¿pero habría algo de masoquismo en ello, estaba mi subconsciente jugándome una mala pasada? Sea como fuere, recuerdo su cara al escuchar esa canción, y recuerdo el estar cien por ciento seguro de que la tristeza no era por mí, sino por alguien más, y recuerdo odiarme por haberle hecho escuchar esa canción.
Y a partir de aquellos tiempos, parte de mi vida se transformó en una cacería por los trabajo de Sabina. Desde "Inventario", que es más una curiosidad, con un Sabina que aún no sabía muy bien cómo ser Sabina, pasando por "La Mandrágora", que me mata de risa, "Malas Compañías", "Hotel dulce hotel"... en fin, no se trata de citar la discografía. De pronto, cada momento de mi vida estaba musicalizado por alguno de los temas de Sabina, siempre una cinta en el carro, siempre algunos MP3 en el reproductor... de... MP3... -esas cosas, los que no son iPods, de verdad necesitan un nombre propio-. Hasta "Dímelo en la Calle", que me parece de lo mejor que ha hecho Sabina, aunque el diga que su favorito es 19 días y 500 noches.
A "Alivio del Luto" como que aún no le encuentro el significado, tal vez llegó muy tarde a mi vida, en plena adultez, si bien es importante por que es donde Sabina se suelta, y en sus propias palabras, deja de intentar cantar, y simplemente hace... lo que sea que el haga que es tan maravilloso... pero cantar lo que se dice cantar... habría que flexibilizar mucho el término. "Dos Pájaros de un tiro", por supuesto, es un caso aparte, por que son las canciones ya conocidas y amadas del Maestro y su primo el Nano.
Creo que de lo que más recuerdo con esas canciones, es, con Enemigos Íntimos, un viaje, a esa ciudad minera de las calles sinuosas y los muchos túneles. Con "Física y Química" aquella madrugada de insomnio agridulce. Con "Dímelo en la calle" los "tiempos finales" -yo me entiendo, never mind- y los "tiempos posteriores". Y con "Alivio del Luto" los "nuevos tiempos" -again, never mind-. Pero claro, dentro de "Dímelo en la calle", está "Yo también sé jugarme la boca" que definitivamente es de los "nuevos tiempos" y le pertenece a "otra alguien muy especial". Pero también esos tiempos son tiempos pasados...

Para finalizar, torturemos a Baalcebub con dos momentos clave:


Duerme
Ricardo Arjona

Tus labios entreabiertos
Con un leve zumbido al respirar
Tu cara sin gestos
Tus pechos pretextos
De una posible maternidad
Toda tu dormida allí
Despues de la estampida
De dos cuerpos y el amor

Tu vientre haciendo un hueco
Para guardar mis pistilos de agua luz
Tus pies descubiertos
Yus brazos abiertos
Tu ombligo el universo todo en ti
Y yo me fumo tu aliento
Después de la batalla
De dos cuerpos y el amor

En tus uñas hay rastros de mi piel
Y en mi piel hay sudor del compartido
Es sudor de sal que sabe a miel
Son tus manos arañando en lo prohibido

Duerme, duerme
Que yo aún no sé si estoy soñando
Se vino el cielo a este lugar
Mientras tu cuerpo aún temblando
Duerme, duerme
Que seré el centinela de tus sueños
Que no hallarás allí uno mejor
Que del que acabo de ser dueño

Tu pelo derramado
Llenando de azabache mi colchón
Tus uñas pintadas, tus piernas cerradas
Tus pliegues en perfecto claro obscuro
Y yo creo más en Dios
Después de la fortuna
De dos cuerpos y el amor
Y tu que aún no te enteras que te amo
Porque no entiendes el lenguaje de mis manos
Mañana al despertar yo te diré
Lo que este tiempo por cobarde me callé

Duerme, duerme
Que yo aún no sé si estoy soñando
Se vino el cielo a este lugar
Mientras tu cuerpo aun temblando
Duerme, duerme
Que seré el centinela de tus sueños
Que no hallarás allí uno mejor
Que del que acabo de ser dueño



Donde habita el olvido
Joaquín Sabina

Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
"demasiadas cervezas",
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada...
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
"llámame un día".
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un Peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
"te necesito".
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

Ahora que las veo juntas, ¿no hay acaso una extraña simetría? O más bien, una continuidad entre ambas canciones. No me voy a poner a comparar la calidad, por que no hay comparación justa.
Podrían ser dos partes de una misma historia, una historia digna, por incluir una referencia reciente -reciente para mí, por que apenas lo estoy leyendo- de George R.R. Martin, una historia de esas donde las mejores esperanzas del protagonista carecen de relevancia y frutos. De pronto se me viene a la mente "Esta torre de cenizas" que viene en la antología "Canciones que cantan los muertos".
Una historia con una primera parte llena de esperanzas -y más buenas intenciones que talento-, y una segunda parte llena de cruda realidad -y mucha más poesía de la que la realidad merecería-.

sábado, agosto 02, 2008

Spielberg Vs. Lucas

-So, Steve-O, any ideas for the next Indy movie?
-Dude, chill, your suffocating me, let's take it easy...
-Oh, you know... I'm just sayin'... any ideas?
-Does it matter?
-No, not really... just wanted you to feel, like, involved.


Allright Ford, here's the deal. Next Indy movie, Indy get's cloned, thouuuuusands of times... and the clones get stored in carbonite for the future, to do as many missions as we might please... Oh, and also Indy will be revealed to be Han Solo's cloned descendant himself. So it all get's finally connected as one single big story, just the way I had planned since the beginning.
I'm also thinking of replacing the Fetts' and all the Clone Army faces with yours... from when you were young... Whadaya think?


¡¡¡BANG!!!


OMG! Harry! What have you done! You've killed George!


It had to be done, Steve, it had to be done...


Imaginemos un universo alterno, donde Jobs y Gates hubieran sido grandes amigos y cofundadores de una gran compañía de informática. Uno, el genio creativo, otro, el genio de los negocios. ¿Qué habríamos visto? No estoy seguro, tal vez un todopoderoso imperio maligno de Applesoft, ¿MicroMac?
Anyway, esto me viene a la mente cuando me entero gracias a La Literatura de lo Fantástico, de que los dos grandes amigos -al menos eso es lo que se supone según los medios y comentarios y documentales de los DVDs- Steven Spielberg y George Lucas, están experimentando "una extraña tensión" acerca del futuro de la franquicia de Indiana Jones.
Y es que Spielberg y Lucas son también dos caras de un mismo fenómeno cinematográfico, como lo son Gates y Jobs del fenómeno informático.
Spielberg es reconocido como un genio del séptimo arte, con obras llenas de emoción y profundidad de los personajes. El tipo seguro que sabe cómo hacernos emocionarnos y explotar los puntos débiles del carácter de los cineespectadores.
Lucas, por otro lado, es un genio -aunque tal vez por accidente- de los negocios cinematográficos y, por qué no decirlo, tiene una habilidad natural para la creación de historias que atrapan -¡larga vida a Star Wars!-. Sin embargo, aparte de las complejas y milenarias storyarcs de sus obras, en lo que respecta a las emociones y a los personajes -en especial a la manera en que dirige a los actores- Lucas no es el mejor. Nada más hay que ver la acartonada manera en que se comportan los actores, que estoy seguro se sienten meras piezas dentro de lo que en verdad le importa a Lucas, la Historia que desea contar. Además, el tipo sabe cómo exprimir hasta el último centavo de sus franquicias -Clone Wars anyone? Ya se que son clones, ¿pero no hay un momento en que se terminen? They just keep coming!!!-.
Al parecer estos dos son grandes amigos, y puede que esa amistad hasta sea verdad, por que no podrían ser más diferentes. Y de esas diferencias creo que surgió el genial fenómeno de Indiana Jones. Juntos, estos tipos hacen películas que marcan generaciones enteras.
Ya en la trilogía original podemos ver las diferencias. Por ejemplo en Indiana Jones y El Templo de la Perdición. Me parece recordar que es en el comentario de esta película que Spielberg comenta cómo El Templo de la Perdición es la más "lucasiana" de las tres películas, y que en ella él, Spielberg, se dejó influenciar mucho, tal vez demasiado, por Lucas, y puede que como consecuencia de ello, El Templo sea la menos favorita de Spielberg. Y sin duda que la diferencia se nota, en El Templo, Indy es más Bond que en las otras dos, y tal vez sea la iluminación, tal vez cierta atmósfera, pero se saborea la influencia de Lucas en ella. Para La Última Cruzada, Spielberg estaba de vuelta al timón, e Indy de vuelta al de la primera entrega.
Lo cierto es que en lo personal, El Templo de la Perdición es mi favorita, pero eso es otro tema.
En El Reino de la Calavera de Cristal, no sabría yo decir donde termina Spielberg y empieza Lucas; tal vez las escenas de acción más increíbles sean el trabajo de Lucas, así como aquellas partes que hacen eco de escenas en películas anteriores -no hay que olvidar que Lucas tiene una manía por repetir motivos, escenas y diálogos, según él es por que las películas se pueden tratar como piezas musicales, donde los motivos musicales se repiten, se auguran y se... hacen cosas que no sé cómo explicar por que no soy músico, ni siquiera melómano, pero la idea es esa-. Por ejemplo las escenas donde los personajes se enfrentan a algún elemento animal; "en la primera fueran serpientes, en la segunda insectos, en la tercera ratas", algo así comentaban en un documental. Y en la tercera hormigas antropófagas.
Ahora, dice Lucas, él quiere ir hacia adelante con la historia, mientras que Spielberg quiere regresar a los orígenes de Indiana -tal vez Spielberg sea más visionario... como en que es capaz de "ver" que Harrison Ford ya no está para tantos trotes-, y no se ponen de acuerdo, ni entre ellos ni con Ford, acerca de lo que deba ser la siguiente película. Por lo que se dice en ESTA entrevista:
"Indiana Jones se volvió complicado cuando tienes a dos personas diciendo 'Quiero hacer esto de esta manera' y otra afirmando 'Yo quiero hacerla de la otra'. Cuando rodamos la primera parte, se hizo lo que yo decía... y fue mucho más sencillo!".
Da la impresión de que tenemos un Ford & Spielberg Vs. Lucas, y no lo dudo, por que en varias ocasiones Ford se ha manifestado menos que feliz por la forma de Lucas de dirigir. -"¡Esto se puede escribir, pero no hablarlo!"-. Quien quiera referencias de esto, allí están los detrás de cámaras de la trilogía original de Star Wars. Y es que Lucas siempre ha sido grandilocuente en los diálogos, pero parece no tener conciencia de que después, personas tienen que pronunciarlos. También recuerdo haber escuchado, no sé donde, probablemente en algún comentario de DVD o documental, que a Lucas lo que le desagrada de hacer películas es tener que dirigir a los actores, y sueña con el día en que todo sea CGI -Clone Wars, anyone?-.
En cualquier caso, sería un tanto irónico que el problema sea que Lucas quiere ir hacia adelante, con Indy, y Spielberg hacia atrás, cuando con Star Wars, al menos en su encarnación cinematográfica, Lucas no parece querer dar un paso más al frente, y se quiere quedar en las precuelas, exprimiendo a más no poder a los personajes ya conocidos y acumulando personajes que mete con calzador a las historias -y de nuevo, la fuente de mi ira ¡¿De dónde Qui-Gon Jinn?! Digo, me encantó el personaje pero ¡Nunca lo mencionan en las historias anteriores/posteriores! ¡Eso es hacer trampa!-.
Bueno, pero esto no se trataba de hablar y hablar contra el creador de una de las historias que guarda un lugar más especial en el oscuro y frío corazón de Baalcebub. Sigo amando Star Wars, y también me siguen gustando mucho las películas de Indiana Jones, sí, todas ellas. Y sería una lástima que esta "tensión" arruinara la relación entre Lucas y Spielberg -yo todavía no me repongo de que Enemigos Íntimos, mi disco favorito de todos los tiempos, haya arruinado la amistad entre Sabina y Páez-.
No sé si sería una lástima que no haya más películas de Indiana Jones, después de todo, todas las cosas buenas tienen su final, y muchas veces Hollywood es incapaz de percatarse de ello.

viernes, agosto 01, 2008

Feedbooks, TOR Books, E-Books... MOAR BOOKS!!!!

Hace algo así como un año, cuando exploraba la red, hambriento y desesperado por encontrar e-books que descargar, me encontré con este sitio que seguro es muy conocido. En aquel entonces, aun cuando me encantó la idea, el problema que le vi a Feedbooks fue que el contenido eran básicamente libros antiguos, cuyos derechos ya habían caducado y por eso estaban libres para la descarga. Y eso está bien, digo, lo mejor de la cultura, de las fuentes, está en los clásicos, pero si estás buscando algo más ligero o simplemente para entretenerte, pues irse a Virgilio, es un tanto... you know what I mean...
La cosa es que ahora, con esto de Creative Commons, estás licencias que están de moda, varios autores están poniendo a libre disposición sus trabajos, y ahora -bueno, no sé desde cuándo, yo me acabo de enterar-, Feedbooks ha ampliado enormemente su catálogo con libros recientes, tan recientes como de hace un par de años -por ejemplo Starfish, de Peter Watts, que me estoy muriendo por leer... pero un poco de disciplina, si no caigo de nuevo en la downloadofilía que no me deja ni siquiera disfrutar lo que he descargado cuando ya estoy descargando más-.
En especial, lo que a Baalcebub le hace agua las fauces, son los trabajos de ciencia ficción que están a disposición. Y que cuentan con la muy útil opción de descargarlos en formato específico para el Sony Reader -también iLiad, ePub, Mobipocket/Kindle y PDF-.
Para fácil acceso de lo más recomendable hay algunas listas, supongo que creadas por usuarios, con varias muy interesantes recomendaciones. Pongo aquí aquellas de las que ya me descargué todo el contenido... tanto qué leer y tan poco tiempo...


Contiene, por ejempolo -y para que esta entrada no vaya tan vacía de imágenes, y porque, la verdad, esta portada está genial-:
Starfish, de Peter Watts



Esta lista contiene, por ejemplo -por las razones anteriores, menos la última pues esta portada es la más decente del lote-:
The Element of Fire, de Martha Wells



Y en esta lista, obras como por ejemplo -y esta portada también está chida, a poco no-:
Time Traders y Time Traders II, de Andre Norton

Por otro lado, recientemente TOR Books puso a disposición general, por un corto período de tiempo -se supone que el último día era el domingo 27 de julio- varios libros sin DRM, o sea textos en formato sin limitaciones que dificulten su lectura -por ejemplo PDFs que no se puedan manipular o cosas por el estilo-. En la página de TOR Books ya no aparecen los enlaces para descargar estos libros, pero en esta blog: TeleRead: Bring the E-Books Home, en ESTA ENTRADA, aún se pueden descargar -al menos se podía hasta el día en que escribí esto-.

Lo que más me emocionó fue encontrarme con Spin, de Robert Charles Wilson, un libro por el que babeo desde hace algunos meses, más o menos desde que leí Los Cronolitos, del mismo autor, y me gustó bastante. Me permito poner el enlace para DESCARGAR Spin -en HTML comprimido en zip-, y si a alguien le interesan los demás libros que liberó TOR, allá más arriba está el enlace. Otro que se vé interesante es Old Man's War, de John Scalzi.