sábado, agosto 29, 2009

Las Brigadas Fantasma

Las Brigadas Fantasma (The Ghost Brigades), de John Scalzi.
Tengo que reconocer que la trama ha mejorado desde Old Man's War (la cual ahora me entero se llama en español La Vieja Guardia, y para un libro cuyo título parecía muy difícil de traducir, no les quedó tan mal).
Old Man's War es una historia simpática al más puro estilo space opera donde los humanos son los buenos por default y los alienígenas son los malos por default. Este gran defecto queda de lado por la narración relajada y algunas ideas interesantes que ya mencioné en su momento.
Ahora tengo que reconocer que con Las Brigadas Fantasma, Scalzi parece irse retirando del cliché de humanos=buenos, alienígenas=malos, pues la historia comienza a incluir ciertas dudas sobre este prejuicio. Tal vez no lo sabemos todo, y tal vez, a fin de cuentas, los humanos somos los malos. Pero esto que acabo de escribir no es del todo acertado, pues Scalzi revela un universo en su serie de la Unión Colonial que poco a poco se va separando de absolutos morales. Ya desde Old Man's War, antes que los imperativos morales estaban los imperativos de supervivencia, esto se vuelve más claro en Las Brigadas Fantasma.
Justo al principio del libro me topé con una irregularidad que, si bien más tarde es tímida y sesgadamente aludida, nunca es enfrentada del todo. En Old Man's War se nos deja claro que antes de transferir una mente a un nuevo cerebro, lo cual es imperativo para todos los reclutas de las FDC, el cerebro nuevo tiene que ser aclimatado a la conciencia que recibirá, y esto no se puede hacer -eso se nos deja claro en Old Man's War-, simplemente tomando una imagen del cerebro del individuo y moldeando el cerebro a partir de ella; el proceso tiene que ser en vivo, de allí el que los reclutas tengan que soportar el ver sus cráneos perforados por docenas de "agujas" que inyectan una especie de red neural que monitorizará el cerebro en todo momento, hasta el día de la transferencia.
Ahora, Las Brigadas Fantasma parte de la idea de que una conciencia grabada (algo que antes no se podía hacer y cuyo descubrimiento es un punto importante de la historia), es transferida a un nuevo cerebro. Ese cerebro, como todos los de los nuevos cuerpos de los soldados de las FDC, es creado a partir de ADN del individuo original. Sin embargo, dado que no se cuenta con la presencia de dicho individuo original, no es posible aclimatar el cerebro como parece ser fundamental en Old Man's War. Ahora, la historia deja claro que la transferencia no fue perfecta y que durante meses no "prendió", y hay algunas veladas alusiones al hecho de que un proceso como ese no se había hecho nunca antes... sin embargo me hubiera gustado que alguno de los personajes hablara claramente acerca de que el obstáculo principal era precisamente esa falta de aclimatación del cerebro a partir del comportamiento de un sujeto original vivo. En cambio, la preocupación de los personajes parece centrarse en el hecho de que la conciencia en cuestión está grabada en un medio que los científicos de la UC apenas son capaces de comprender (habiendo obtenido su fundamento de los Consu), y que nunca antes se había podido grabar en un medio sintético una conciencia, mucho menos recargarla en un nuevo cuerpo. Me pregunto si Scalzi decidió no dedicarle mucha importancia a un punto que en su libro anterior parecía bastante importante... o si algo fue perdido en la traducción.
Por otro lado, el libro satisface en cuanto a varias de las soluciones presentadas ante los problemas que enfrentan los personajes. Si bien los Obin, por buena parte del libro los "malos de la historia", salen de la nada, eso es de esperarse si consideramos que uno de los personajes menciona como la humanidad conoce a más de 600 especies inteligentes. Por otro lado, la influencia de los Consu se mantiene durante este libro, lo cual me pareció muy acertado considerando que el primer combate en que se vio involucrado Perry en Old Man's War fue precisamente contra los Consu, y a través de las observaciones de Perry el lector pudo comprender que había mucho más en los Consu de lo que la UC estaba dispuesta a aceptar.
La solución final al último de los problemas que el protagonista, Jared Dirac, tuvo que enfrentar estuvo muy bien planteada, desde su inclusión incidental cerca del inicio del libro, pasando por su utilización a un grado mayor hacia la mitad, llegando hasta su revelación como la respuesta al mayor de los problemas. Eso fue muy satisfactorio pues el protagonista no tuvo que sacarse algo de la manga para derrotar a su rival (que por cierto, nunca vimos morir realmente).
Aun cuando Las Brigadas Fantasma podría ser visto como una copia de Old Man's War, solamente variando la naturaleza de los protagonistas, las diferencias van más allá. Los personajes son distintos (aún cuando ambos son presas del interés exagerado que Scalzi parece poner en el humor) y sus acciones también lo son. Dirac no es el Perry que, sin quererlo, siempre parece tener la solución en la que nadie pensó y es capaz de ganarse la simpatía de cualquiera. Dirac es más callado, y aún cuando tiene sus momentos de brillantes que sólo logran dejar en claro que sus iguales son un tanto lerdos, estos momentos no son tan obvios como con Perry. Y algo que se agradece mucho es que Dirac no trata tan insistentemente, como Perry, de caer bien a todo el mundo.
Al final, no puedo evitar, así como Ols Man's War se asemeja a Ender's Game, comparar Las Brigadas Fantasma como La Sombra de Ender, aun cuando la comparación no es obvia.
La política también se vuelve más complicada en Las Brigadas Fantasma. Nos enteramos del Cónclave, y al final, en un trozo que tiene un tanto demasiado de exposición inmerecida, si bien no innecesaria, nos enteramos también del Contra-Cónclave.
Pero lo que más me intereso de Las Brigadas Fantasma, cómo no, fueron los Obin, en especial dado lo mucho que me gustaron los Scramblers del Blindsight de Watts. Ambas especies son muy similares, y su verdadera diferencia radica en que los Obin habitan un universo antropocéntrico, mucho mejor para ubicar una space opera, mientras que los Scramblers habitan en uno casi anti antropocéntrico... ¿antropoexcéntrico? donde se les puede analizar con mucho mejor detalle, sin tener que molestarse por crear una historia atrayente en el formato de la space opera.
Ambos Obin y Scramblers comparten una característica fundamental, carecen de ego, de concepto del yo. Pero mientras los Scramblers parecen ser la forma dominante del universo, lo cual no pinta nada bien para los seres humanos, y su existencia pone el dedo en la llaga sobre la posibilidad de que la autoconciencia no sea la gran cosa, tal vez ni siquiera una ventaja evolutiva; los Obin son los descastados del universo de Scalzi, únicos en su carencia de autoconciencia, aún van más allá, deseando desesperadamente poseer eso de lo que carecen. Esto va muy bien para el space opera donde el humano es el modelo ideal del ser inteligente, pero deja qué desear en el departamento del análisis filosófico del yo. Ahora que Scalzi permite a uno de sus personajes, si bien "el malo" (aunque la verdad en lo personal lo encontré muy razonable), mencionar que ese deseo de los Obin por poseer una autoconciencia muy buen puede haber sido artificialmente inducido en ellos por sus creadores, y que a fin de cuentas el conseguir ese Yo, no les servirá de nada, pues son perfectos así como son.
En el universo de Scalzi, al parecer y para tranquilidad de la humanidad, una especie inteligente no puede evolucionar por sí misma si carece de autoconciencia. Y si bien Watts no nos deja claro si los Scramblers son "naturales" o "creados", sí que abre la posibilidad a que estas creaturas hayan evolucionado por sí mismas, y que sea el modelo humano el que esté manifestando un error en su evolución con su obsesión por la autoconciencia.
En general, Las Brigadas Fantasma me parece que amplía y mejora la trama iniciada con Old Man's War, y estoy impaciente por comenzar con La Colonia Perdida.
Otro detalle simpático, y muy bien utilizado en la trama, fue el hecho de que los BrainPals, la herramienta de herramientas de los soldados de las FDC (horrendamente traducidos como CerebroAmigos), pudieran tener defectos en su arquitectura, back doors al más puro estilo de Microsoft, que pudieran ser explotadas con el fin de poner en riesgo la efectividad de todas las fuerzas militares de la UC. Fue un guiño muy bienvenido de parte de Scalzi. No estoy tan seguro de cómo me sentí con la “ciencia ficción de antaño” (o sea la ciencia ficción de nuestro tiempo), que fue mostrada a los cadetes de las Fuerzas Especiales durante su entrenamiento. Está uno acostumbrado a que en las novelas de ciencia ficción sea casi una regla el que estén basadas en una realidad donde, o bien no existieron las novelas de ciencia ficción de nuestra época, o bien ha sido completamente olvidadas. Su inclusión es bastante delicada pues puede fácilmente ir de un cariñoso homenaje, a que el lector perciba al autor como ligeramente pedante. Por otro lado, es natural que una historia basada en el futuro que pretenda poseer toques de realismo, incluya alusiones socioculturales que han influenciado mucho a nuestra sociedad presente. Aún así, no estoy seguro de se Scalzi lo consiguió con esas alusiones.

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