martes, agosto 05, 2008

La banda sonora de lo que viví

Bueno... no. No estoy siendo del todo sincero con ese título. No se trata de la banda sonora de lo que viví, sino de la banda sonora que me ha acompañado en los últimos años.
¿Pero de qué estoy hablando?
Ah, sí, de nuevo estoy hablando del Maestro Sabina.
Baalcebub no es ningún melómano. No sabría distinguir un bajo de un piano ni aunque me golpearan con ellos en la cabeza, no sé lo que es buena música, pero sé lo que me gusta. Y durante mi adolescencia, me gustaban cosas... más bien raras.
Mi primer amor musical, por ejemplo fue Alejandra Guzmán, aquella Alejandra Guzmán de la primera mitad de los noventas, ¿alguien se acuerda? Las crinolinas, el horror de horrores que causaba la canción de "Hacer el amor con otro" -no de mis favoritas-. La Alejandra Guzmán de "nuestro amor, uh oh uh oh oh, es una cámara de gas" y de "cuando estoy sola, un par de sandwich de atún con cebolla, media cerveza y estoy en la gloria, viendo la televisión" -por cierto, esa canción siempre me daba hambre, y a la hora de la hora, el atún con cebolla terminaba siendo mucho menos satisfactorio de lo esperado. Por cierto que, como otro medio millón de cantantes, la Guzmán también ha hecho duetos con Sabina, aunque sea un par de líneas en la canción de Viridiana.
Luego, mi segundo amor musical, y tengo que confesar que lo que me atrajo, como buen adolescente -esto ya era en la segunda mitad de los noventa- fue Marta Sánchez. Ahhhh, Marta Sánchez... como dijera una vez Polo Polo acerca de la Sánchez, "Hay Martita, qué ganas de acabarse de criar". Pero buena voz si la tenía... y la tiene, supongo, no la he escuchado mucho. En fin, que era música sin mucho sentido, pero era la edad en que uno le encuentra sentido a mucha música. Me acuerdo cómo se me ocurrían historias escuchando "Dime la verdad" o incluso con "Noche de Tarot" -Baalcebub se sonroja y para disimular patea un cráneo al pozo de lava ardiente-, y hasta "Dos Amigas" me gustaba, aunque de esta lo que más me gustaba era la música. Y así como no soy melómano, sí soy monomaníaco con las canciones y suelo escuchar una y otra vez el disco -en aquellos tiempos cassette... hoy carpeta de MP3- que de momento me está gustando. Ahora que me pongo a recordarlo, la Sánchez de verdad me movía las emociones, y hasta un toque de misticismo despertaba.
Luego vino la época en que escuché "Si el norte fuera el sur", y me volví adicto a Ricardo Arjona. Era rebelde, contestatario, anti-establishment, urbanamente romántico, todo lo que un Baalcebub adolescente... terminando la adolescencia... podía querer. Esto era, claro, antes de que me diera cuenta de que Arjona únicamente dispone de tres tonadas, que acopla a las letras alternativamente- es por esto que me parece que su mejor material es Galería Caribe, por que en ese disco al menos hay un poco de música distinta a esas tres tonadas eternas-. Y recuerdo cómo, una vez leyendo El Chamuco -por que claro, jovencito, rojillo y riusiano que era, tenía que leer El Chamuco, vi una carta en que una persona se quejaba contra Arjona diciendo que era una copia bastante mala de Sabina. "¿Y quien será ese Sabina?" me preguntaba yo, pero si estaba relacionado con una crítica a Arjona, merecía de automático mi odio.
Pero ahora doy un salto más atrás en el tiempo, a mi niñez, y a escuchar, en alguna medio olvidada reunión familiar, una cancioncita que decía algo así como que "Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres"; tonterías que cantaban los adultos que no sabían que lo verdaderamente bueno era Parchís... qué tiempos...
Luego, después de Arjona, vino una péqueña pero intensa época instrumental. Música de piano, that was the ticket. Me emocionaba tremendamente un par de cassettes que había conseguido, con varias piezas, supongo que populares, interpretadas al piano. No me acuerdo qué temas eran, pero eso sí, al escucharlos me transporto de vuelta a esa época de finales de la secundaria y principios del bachillerato. Claro que también, como toda mi generación, sigo atado emocionalmente, me guste o no, a cosas como "Oye mi amor, no me digas que no" y demás canciones de Maná, y de Ace of Base -¿qué habrá sido de estos últimos?-. Pero eso era parte de la experiencia social, en lo personal, era Arjona, piano, y luego Era.
Era fue un fenómeno, según recuerdo, esa especie de cantos gregorianos, new age, en un lenguaje extraño y que se supone tenía una relación directa...mente publicitaria con los cátaros. Esa era la música para mí, y no hablar más; cuando escuchaba música, que no era tanto como supongo suelen hacerlo los jóvenes adultos.
Mi relación con Arjona luego se hizo más profunda, cuando en mis tempranos veintes, descubrí que cierta persona... ejem... muy especial... era fanática de Arjona. Por supuesto que me apresuré a volverlo uno de los lazos que nos unían. "Estoy en el paraíso", dijo ella una vez escuchando de mis audífonos "Duerme", de Arjona. Creo que cualquier hombre sabe lo que eso puede hacerle a uno, te derrite por dentro... pero en fin, otras épocas, otra vida.
Y así que un día, un buen amigo me presta un cassette, sí, todavía eran cassettes, y me dice que uno de esos es la influencia de Arjona. El cassette se llamaba Enemigos Íntimos, y la portada eran un salero y un especiero con las iniciales S y P... Sabina y Páez.


Hay algo que siempre me pasa con los discos nuevos, a la primera que los escucho no me dicen nada, no me gustan, no los aprecio, a la segunda puedo saber si me va a gustar o no, si lo escucho una tercera, es un disco privilegiado. Eso pasó con Enemigos Íntimos. Era interesante, pero... nahhhhh...
Blasfemia, lo anterior ha sido una blasfemia, pero cierto. Unos pocos meses después, habiendo hecho una copia de ese cassette prestado, era incapaz de escuchar otra cosa. Era el evangelio según San Sabina y San Páez, era la cosa más hermosa que había escuchado jamás. Y claro, era la época del... del... esa palabra... ya saben... que empieza con "a"... am... am... o-o-o... r-r-r... eso mismo. "Llueve sobre mojado", que nunca he podido cantar por que soy incapaz de lograr esas tonadas de los versos terminados en "ado". "La vida moderna" que es el preámbulo de la hermosa obra. "Lázaro", que Sabina casi te platica en lugar de cantar. "Tengo una muñeca que regala besos"... ay... esa es de las que matan, esa y "Cecilia", traen recuerdos tan fuertes de calles de una ciudad distinta, de caminar por calles desconocidas sin saber a dónde iba y sin deseos de saberlo, con el incipiente temor de perderse y el anhelo de hacerlo; calles tan extrañas en esa ciudad minera, tan distintas de mi cuadriculado terruño, tantos túneles, tan pocos automóviles, y caminar y caminar sintiéndose enamorado y miserable... y luego, por obra de una casualidad indescriptible... pero esa es otra historia. "Si volvieran los dragones" también es urbana, pero local, menos intensa. Y "Buenos Aires" sabrá Tiamat por qué, me gusta también mucho. Bueno, que Enemigos Íntimos marcó una etapa de mi vida, o vino cuando una etapa era marcada.
Luego, el mismo amigo, me presta otros dos cassettes, si mal no recuerdo "Física y Química" y "Yo, Mí, Me, Contigo"... es posible que hasta "El hombre del traje gris". Y de nuevo, al principio no eran la gran cosa, era música "de antes", de "otra época". ¡Pero si allí estaba "Y nos dieron las diez y las once"! ¡Así que Sabina era el perpetrador de esa extraña pieza!
Luego ocurrió aquella extraña madrugada, en los tiempos del desastre, en que me puse a oír "bien" esas canciones. Y "A la orilla de la chimenea" me la estaba cantando a mi... no, o sea, no que Sabina quisiera estar "conmigo" a la orilla de la chimenea, sino que yo era ese tipo que quería ser una sombra, a la orilla de la chimenea, a su lado, a esperar que pasara la marea -una vez más, para disimular su malestar, Baalcebub patea un fémur al pozo son fondo... se escucha, al fondo del pozo, un grito de "¡dejen de aventar basura!"-.
"Donde habita el olvido"... esa era una profecía disfrazada de canción... lamentablemente no TODA ella era una profecía, claro, más bien una profecía en forma de metáfora... me lleva la...
Y recuerdo a esa misma "persona especial", me recuerdo a mí ofrecíendole los audífonos, diciéndole que tenía que escuchar esa canción de "Donde habita el olvido", por que yo sabía que le iba a gustar, por que era su tipo de canción, ¿pero habría algo de masoquismo en ello, estaba mi subconsciente jugándome una mala pasada? Sea como fuere, recuerdo su cara al escuchar esa canción, y recuerdo el estar cien por ciento seguro de que la tristeza no era por mí, sino por alguien más, y recuerdo odiarme por haberle hecho escuchar esa canción.
Y a partir de aquellos tiempos, parte de mi vida se transformó en una cacería por los trabajo de Sabina. Desde "Inventario", que es más una curiosidad, con un Sabina que aún no sabía muy bien cómo ser Sabina, pasando por "La Mandrágora", que me mata de risa, "Malas Compañías", "Hotel dulce hotel"... en fin, no se trata de citar la discografía. De pronto, cada momento de mi vida estaba musicalizado por alguno de los temas de Sabina, siempre una cinta en el carro, siempre algunos MP3 en el reproductor... de... MP3... -esas cosas, los que no son iPods, de verdad necesitan un nombre propio-. Hasta "Dímelo en la Calle", que me parece de lo mejor que ha hecho Sabina, aunque el diga que su favorito es 19 días y 500 noches.
A "Alivio del Luto" como que aún no le encuentro el significado, tal vez llegó muy tarde a mi vida, en plena adultez, si bien es importante por que es donde Sabina se suelta, y en sus propias palabras, deja de intentar cantar, y simplemente hace... lo que sea que el haga que es tan maravilloso... pero cantar lo que se dice cantar... habría que flexibilizar mucho el término. "Dos Pájaros de un tiro", por supuesto, es un caso aparte, por que son las canciones ya conocidas y amadas del Maestro y su primo el Nano.
Creo que de lo que más recuerdo con esas canciones, es, con Enemigos Íntimos, un viaje, a esa ciudad minera de las calles sinuosas y los muchos túneles. Con "Física y Química" aquella madrugada de insomnio agridulce. Con "Dímelo en la calle" los "tiempos finales" -yo me entiendo, never mind- y los "tiempos posteriores". Y con "Alivio del Luto" los "nuevos tiempos" -again, never mind-. Pero claro, dentro de "Dímelo en la calle", está "Yo también sé jugarme la boca" que definitivamente es de los "nuevos tiempos" y le pertenece a "otra alguien muy especial". Pero también esos tiempos son tiempos pasados...

Para finalizar, torturemos a Baalcebub con dos momentos clave:


Duerme
Ricardo Arjona

Tus labios entreabiertos
Con un leve zumbido al respirar
Tu cara sin gestos
Tus pechos pretextos
De una posible maternidad
Toda tu dormida allí
Despues de la estampida
De dos cuerpos y el amor

Tu vientre haciendo un hueco
Para guardar mis pistilos de agua luz
Tus pies descubiertos
Yus brazos abiertos
Tu ombligo el universo todo en ti
Y yo me fumo tu aliento
Después de la batalla
De dos cuerpos y el amor

En tus uñas hay rastros de mi piel
Y en mi piel hay sudor del compartido
Es sudor de sal que sabe a miel
Son tus manos arañando en lo prohibido

Duerme, duerme
Que yo aún no sé si estoy soñando
Se vino el cielo a este lugar
Mientras tu cuerpo aún temblando
Duerme, duerme
Que seré el centinela de tus sueños
Que no hallarás allí uno mejor
Que del que acabo de ser dueño

Tu pelo derramado
Llenando de azabache mi colchón
Tus uñas pintadas, tus piernas cerradas
Tus pliegues en perfecto claro obscuro
Y yo creo más en Dios
Después de la fortuna
De dos cuerpos y el amor
Y tu que aún no te enteras que te amo
Porque no entiendes el lenguaje de mis manos
Mañana al despertar yo te diré
Lo que este tiempo por cobarde me callé

Duerme, duerme
Que yo aún no sé si estoy soñando
Se vino el cielo a este lugar
Mientras tu cuerpo aun temblando
Duerme, duerme
Que seré el centinela de tus sueños
Que no hallarás allí uno mejor
Que del que acabo de ser dueño



Donde habita el olvido
Joaquín Sabina

Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
"demasiadas cervezas",
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada...
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
"llámame un día".
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un Peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
"te necesito".
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

Ahora que las veo juntas, ¿no hay acaso una extraña simetría? O más bien, una continuidad entre ambas canciones. No me voy a poner a comparar la calidad, por que no hay comparación justa.
Podrían ser dos partes de una misma historia, una historia digna, por incluir una referencia reciente -reciente para mí, por que apenas lo estoy leyendo- de George R.R. Martin, una historia de esas donde las mejores esperanzas del protagonista carecen de relevancia y frutos. De pronto se me viene a la mente "Esta torre de cenizas" que viene en la antología "Canciones que cantan los muertos".
Una historia con una primera parte llena de esperanzas -y más buenas intenciones que talento-, y una segunda parte llena de cruda realidad -y mucha más poesía de la que la realidad merecería-.

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