lunes, octubre 22, 2007

¡¡¡DOS PAJAROS DE UN TIRO!!!

Aun no me repongo.
Viva Aerobús no la cagó, de hecho esos camiones urbanos con alas son chidos. Es más, hasta el Minute Maid de 150 ml, caliente, por 15 pesos, valió la pena...
El concierto... un orgasmo continuo de casi dos horas y media, tres retornos (el primero obviamente planeado, pero los dos siguientes, S&S son... ni siquiera puedo encontrar un adjetivo apropiado). Gente enloquecida cuando Sabina se puso a cantar 19días y 500 noches, en verdad que no sabía cuánto gustaba esa canción. También hubo histeria con Pacto entre Caballeros (¡Mucha mucha policía!). Pero lo más genial de todo fue cuando, de pronto, Serrat y Sabina se aparecen disfrazados de piratas y empiezan aquella de El Pirata Cojo... qué puedo decir... ¡cojonudo!
Gente al borde de las lágrimas con la de los Bajitos (sorry, no me sé los nombres de las canciones de Serrat, pero después de esto, prometo ponerle más atención).


Debí haber empezado por el principio, el tráfico inennarrable de camino a la Arena Coca Cola, el coraje (ni tanto, que estaba demasiado desvelado y demasiado emocionado para ello) cuando me quitan la cámara en la entrada, sólo para darme cuenta que en el interior, medio mundo traía cámaras.
Las camisetas y las tazas constaban un huevo, supongo que debo tener bastantes pues me compré dos y dos, no lo pude evitar... ah, y una pluma. Las coca colas estaban al dos por uno, pero yo quería una pepsi...
Y ya adentro, poco a poco la arena se puso a reventar. Luego viene el sketch ese que ponen en la pantalla donde avisan que el concierto se suspende por que de S&S nada se sabe... claro que el mentado sketch, por muy bien hecho, está made in spain, así que en Nuevo León nadie se lo creyó, pero bueno, marcaba ya el tono del concierto, que además era espectáculo de variedades.
En el escenario, una nota de color, la estola rosa chillón de una de las coristas (perdón los puristas, no me sé los nombres, pero eran los músicos de Sabina, haciéndole arreglos fabulosos a las canciones de Serrat, que según enterados, sonaban estupendamente). Y al frente, un taburete y en el taburete, la Icono sagrado de los Sabinianos, el Santo Bombín (que es como el Santo Grial, pero mola más). Y que salen S&S, y que Sabina se pone el Bombín, y que se arrancan con una mezcla sublime de Ocupen su localidad y Hoy puede ser un gran día, ¿que mejor manera de marcar las diferencias entre estos dos, con Serrat diciendo que "hoy puede ser un gran día imposible de recuperar", y Sabina anunciando que "el joven marqués de Sade actuará a continuación, sodomizando a una monja del sagrado corazón", claro que, estas estrofas de cada cual, se las intercambiaban para cantarlas, con lo que Serrat decía lo que Sabina y viceversa (¡que cosa ver a Sabina emocionarse cantando la de los Bajitos! "niño, deja ya de joder con la pelota").
Y luego, esa afición nueva de Sabina de hacer poemas, sonetos o no se qué, un diálogo en rima entre los dos señores, que fue obvio era obra de Sabina cuando a Serrat se le olvidó una línea y Sabina se la sopló... la línea, digo, con este hombre hay que dejar muy claras las cosas. Todo en el mejor de los humores. Es más, nadie estuvo a punto de ser linchado cuando el micro de Serrat no funcionó, así de buen humor reinaba.
"Yo desde muy niño -dijo Sabina- siempre quise ser Joan Manuel Serrat", y la gente se ríe loca. Serrat contesta "pues yo por mi parte, desde muy niño también quise ser Joan Manuel Serrat". Más risas, a lo que Sabina acota: "Y ninguno de los dos lo hemos logrado". Y así continúa el concierto, entre canciones intercambiadas, propios y colaboradas, dándose carrilla el uno al otro. Pasando por la revelación de que lo que Sabina considera musas, Serrat considera que son damiselas de dudosa reputación.
Sabina se va, y canta Serrat, se va luego éste y canta Sabina, cantan juntos y hacen notar que cantar, lo que se dice cantar, no es lo propio de Sabina (que nadie se encabrone, todos los sabinianos sabemos que ese Señor es un poeta, que es entonado, pero que voz, lo que se dice voz, no tiene, y es una de sus mejores cualidades), y Serrat nos revela que lo suyo, lo de Sabina, es la fotografía. Y de pronto allí tienen en el escenario una enorme cámara fotográfica antigua, y Sabina, a señas, diciéndole a Serrat, como el mejor dúo de bufones que jamás haya existido, que le pida al público que coopere para la foto, y que diga, no whisky, no cheese, sino, sí señores, "clítoris". Y allí nos tienen, a toda la Arena Coca Cola de Monterrey, en medio Forum de las Culturas, gritando "¡¡CLITORIS!!" como locos.
Cantan la canción aquella de No hago otra cosa que pensar en tí, y Serrat ya no se fuga con una niña que iba en bicicleta, sino con una güera que iba en bicicleta, y Sabina no hace otra cosa que pensar en tí, "con mi virilidad entre las manos", y de nuevo cunde el jolgorio.
Con pacto entre caballeros, hasta las damas que un día antes llevaran faja ortopédica al trabajo, saltan y se ponen a menear aquello como posesas, supongo que hubo dispensa especial del médico.
Serrat, que hizo, como si dijéramos, de The Tall Guy (beaniamente hablando), nos cuenta, en una ausencia de Sabina, cómo a éste le haría mucha ilusión si, nueve meses después de esa noche, cuando el resultado de alguna pasión desbocada naciente de tal atmósfera fuese una niña, la bautizaran Joaquina.
Sabina por su parte nos cuenta que Serrat es gachupin, pero por partida doble, pues no sólo es español, sino Catalán, y de nuevo según Sabina, esos son los peores.
Cantan y cantan, y siguen cantando.
Y siguiendo la tópica ochoañesca de un agilísimo y descontrolado Sabina, de pronto sale éste tocando el tambor del banda de pueblo, a lo que Serrat responde tocando los platillos, esta era una de las tantas despedidas, como en esas visitas a familiares lejanos pero queridos en que uno dura tres horas despidiéndose, por que no se quiere ir.
Serrat es a odas luces menos ágil que el esmirriado Sabina, pero en una de esas salta a los brazos (y el estrado) de las coristas, y a punto estamos de tener un Serrat menos en el mundo cuando la gravedad alza su fea cabeza, pero nada, todo bien, todo parte del desmadre que se traían estos dos señores, que hacia el final (uno de los finales, ya no recuerdo cual) hasta se ponen a bailar tango.
Luego lo de los piratas "con asia a un lado, al otro, europa, y allá hacia el frente... Saltillo".
Una chica entre el público sostenía una cartulina color verde chingamelavista, donde se leía "Nos vemos en Durango", y qué ganas, de veras que ganas de también uno seguirlos hasta Durango, y a donde vayan. Serrat hace malabares con el bastón de Sabina, sosteniéndolo en la nariz, en la punta del bastón su sombrero de pirata.
Y tantas y tantas cosas que no puedo narrar con coherencia, por que aquello fue la locura.
Se se iba uno, cuando volvían los señores al escenario, así que terminamos escuchando el mero final del concierto en los lugares de quien sabe quien que sí se fue.
Una gozada, una gozada incomparable.
Serrat y Sabina, Dos pájaros de un tiro, sí señor.
Sólo lamento que Sabina no cantara "Mi primo el Nano".
Aquí un artículo escrito por quien sí sabe cómo hacerlo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

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