martes, abril 08, 2008

Del rincón de Caracortada: Las Naves del Tiempo

Debería pasar más seguido, que los grandes y queridos clásicos fueran revisitados de esta manera, pero exactamente de esta manera.
Muy bien, primero tengo una confesión qué hacer, no soy un enamorado de los clásicos, aun de los clásicos de Ciencia Ficción. Leí La Guerra de los Mundos, pero no me fue fácil hacerlo, y de La Máquina del Tiempo creo que no recuerdo mucho que digamos. No me es fácil acomodar la mente a los esquemas que seguían los escritores de hace algunas décadas, y los momentos de inocencia, o de chauvinismo que solían tener me sacan de mis casillas. Bueno, si H.P. Lovecraft me resulta aburrido a veces (todas esas narraciones sobre ciudades de marfil, titánicas y hermosas, simplemente no las aguanto), y su racismo furibundo es algo que tiene uno que tragarse a fin de seguir la historia.
Pero cuando una historia clásica es revisitada como lo ha sido La Máquina del Tiempo, con esta su continuación autorizada, Las Naves del Tiempo, es como uno de mis sueños hechos realidad.
No se trata de una de esas revisiones en las que la historia se escribe de nuevo, ahora con los valores modernos, en esas se pierde la perspectiva y terminan siendo historias nuevas, poco relacionadas con las originales. Esta es una continuación, tal cual, y Stephen Baxter cuida que así sea. El Viajero es el mismo, e incluso piensa y habla de manera casi idéntica a su encarnación Wellsiana, pero en este libro, el Viajero evoluciona.
Lo podríamos ver como una crítica amororsa de Baxter hacia H. G. Wells, a la hora narrar como el Viajero observa su yo del pasado, el de la primera novela, y se da cuenta de sus muchos errores, de sus traumas y de los prejuicios que le llevaron a actuar de determinadas maneras, todo esto sin que la historia externa cambie acorde con esas "críticas", lo que cambia es el interior del personaje.
Baxter tiene bastante éxito a la hora de tomar un personaje creado por alguien más, y ponerlo, tal cual, en un nuevo ambiente que es, aparte, extensión de su ambiente anterior.
No encontré contradicciones evidentes, Baxter no reescribió a Wells, sino que construyó sobre la obra de éste, y esto en ocasiones vuelve la historia un tanto confusa; por ejemplo no se explica uno ciertas reacciones del Viajero, hasta que recuerda que no es un hombre de esta época, sino de finales del siglo XIX, con todos los valores y prejuicios propios de la época.
Incluso, Baxter va hasta realizar un ligero análisis psicológico de la mente del viajero, que no es otra cosa que un análisis de la mente de Wells, y de lo que pudo haberlo llevado a crear a creaturas como los Morloks.
Las Naves del Tiempo es una novela de nuestra época, ya se deja atrás de xenofobia, y en el nuevo encuentro con los Morloks, e una historia alterada por las acciones del viajero, éste se ve obligado a dejar atrás sus preconceptos y su sentido de la superioridad. Si La Máquina del Tiempo fue una fábula de lo que podría pasar al ser humano en el futuro, una pieza sacada hasta cierto punto del miedo al progreso, Las Naves del Tiempo es una fábula de la pequeñez de miras del hombres, que trata de medir al universo con sus propios esquemas. El tono cambia, del pesimismo de Wells, a un optimismo Baxteriano que, sin embargo, resulta hasta algo cruel con el ser humano, cuando le dice que tal vez tu, hombre, como hombre, no vaya más allá de otros pocos milenios, pero tu descendencia, esto es descendencia de la mente, no de la carne, puede seguir tal vez para siempre.
Incluso las explicaciones nuevas sobre la física, Bater las sabe hacer encajar a la perfección en el esquema planteado por La Máquina del Tiempo; y me pareció captar un guiño pícaro en las primeras partes del libro cuando Nebogipfel, el nuevo morlok, pregunta impaciente al Viajero cómo funciona la máquina del tiempo, y después de una explicación vaga, al estilo de la ciencia ficción de principios del siglo XX, insiste, "Sí, pero cómo funciona", demandando explicaciones que el lector principios del siglo XXI demanda.
Sí se vuelve algo vago hacia el final, cuando comienza a hablar de las multiplicidades, pero no una vaguedad inesperada, pues a lo largo del libro uno se da cuenta de que conforme avance, las cosas serán más y más complicadas.
Al final, Baxter redime a un personaje que en su tiempo no necesitaba ser redimido, que el lector amante de los clásicos no necesita ve redimido, pero cuya redención sí requerimos algunos lectores, y en el proceso redime al propio H.G. Wells. Es lo que pasa en la ciencia, los grandes genios del pasado siempre terminarán quedándose cortos cuando los conocimientos crecen, y aun cuando se les reconoce su genial trabajo, también se tiene en cuenta que eran productos de su tiempo, y que la nueva información reemplaza a la anterior ¿por que no iba a pasar lo mismo con la ciencia ficción?.

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