jueves, abril 03, 2008

Chihuahua Militarizado II

A continuación un extracto de la columna Ráfagas, que aparece en El Heraldo de Chihuahua del viernes 4 de abril del 2008. La columna no aparece firmada en el periódico:

DERECHOS.- ¿Dónde estaban los defensores de los derechos humanos cuando las calles de Chihuahua, las escuelas, las colonias y hasta los restaurantes y bares estaban ocupados o controlados por el narcotráfico?, ¿dónde están las quejas de los derechohumanistas en contra de los asesinatos, levantones, ejecuciones, vejaciones, atropellos y abusos de los narcotraficantes?
DERECHOS I.- ¿Porqué no levantan su grito y su protesta, cuando afuera de las escuelas primarias y secundarias, “puchadores” les venden drogas a niños y jóvenes envenenándoles el alma y el cuerpo? ¿Acaso las vida y salud mental de nuestros jóvenes no merecen eso y más? ¿No resultarán sospechosas esas voces que ahora apelan al respeto de los derechos humanos de policías retenidos por el ejército para investigarlos sobre posibles nexos con el narcotráfico?
DERECHOS II.- Una de las razones del éxito del narcotráfico es su capacidad de cooptar y corromper a policías, lo que se conoce como el crimen administrativo. Ahí es donde han creado redes de protección y compra. ¿Por qué ahora protestar porque interrogan e investigan a unos policías? ¿Levantaron también esas protestas y apelaron a los Derechos Humanos cuando esos policías, ahora retenidos, detenían a presuntos responsables de un delito?
DERECHOS III.- Como siempre, el manejo de los derechos humanos tiene una connotación muy definida: si se trata del Ejército, en automático la cultura tradicional de izquierda tiende a condenar cualquier acción; y luego otros, preocupados en que sus intereses se puedan ver perjudicados, protestan, o los mismos narcotraficantes promueven protestas antes los medios de comunicación.
DERECHOS IV.- Pero la pregunta sigue estando en el aire: ¿Dónde estaban esas voces derechohumanistas, cuando el temor, miedo y zozobra se habían apoderado de las familias chihuahuenses y no había poder que contuviera la violencia del narcotráfico? ¿Donde estaban?

En una entrada anterior hablaba de la militarización del estado de Chihuahua, en especial de la ciudad capital, y comentaba que me parece, tristemente, un mal necesario, un mal muy grande, sin duda, pero igualmente necesario ante los recientes eventos.
Ahora, recientemente los medios han criticado la reacción de diversos grupos derechohumanistas que se han manifestado en contra de ciertas acciones del ejército.
Cuestionar la acción de los representantes de los derechos humanos ante la militarización llevada a cabo por la lucha contra el narcotráfico, es básicamente espurio. La mención de la "cultura tradicional de izquierda" es, me parece, gratuita, innecesaria.
Los representantes de los derechos humanos, históricamente han tenido su origen en la respuesta ciudadana a las acciones del estado, pues con todos los beneficios que trae el Estado, también conlleva muchos riesgos para la vida e individualidad del hombre, riesgos que las comisiones de derechos humanos fueron creadas para combatir. Se trata de evitar excesos en aras de la autoridad, de la justicia o del interés del estado, se trata de proteger a los inocentes, y de una idea fundamental: “Es preferible que queden libres cien hombres culpables, a que un solo inocente sufra un castigo inmerecido”.
Pero lo anterior no es el punto a tratar, sino la crítica lanzada contra los representantes de los derechos humanos por su aparente inacción contra el narcotráfico, pero su pronta respuestas contra el ejército. Y la cuestión es que no es misión de las comisiones defensoras de los derechos humanos luchar contra los criminales, pues esto es responsabilidad de las fuerzas del orden, para ello existen. Es ilógico mezclar en el combate al crimen a los defensores de los derechos humanos, pues no tienen manera de involucrarse en ello, y esto es de simple sentido común. Los criminales, en este caso los narcotraficantes, no responden a ninguna estructura aceptada de la sociedad, no son parte de una secretaria, no obedecen al estado, y obviamente no han firmado los tratados de protección a los derechos humanos, esto porque se trata de organizaciones ilegales, más claro no puede estar el caso.
¿Cómo, dado lo anterior, podrían las organizaciones defensoras de los derechos humanos hacer palanca o tener un terreno en el cual librar una batalla, exponer una denuncia, o simplemente plantear su caso? No pueden acudir ante la Secretaría Estatal de Narcotráfico y denunciar que ésta ha violado los estatutos contra la tortura y la privación de la libertad. ¿Qué se espera de los derecho humanistas en un clima de violencia criminal? La más que se puede esperar de ellos es una acción pacifista ante los cañones de las AK-47, tal vez una nueva puesta en escena de la famosa manifestación de la plaza de Tiananmen, con los derecho humanistas desarmados ante las fuerzas del crimen organizado.
Tal vez se espera acciones de martirio por parte de los derecho humanistas, o más de esas manifestaciones sin sentido contra la violencia, pues tratándose del crimen organizado, de una cosa podemos estar seguros, no van a escuchar el clamor popular, no se van a detener porque cien, mil o un millón de personas marchen en contra de sus actos. Si no obedecen la ley, que es la voluntad no sólo de un grupo de personas, no sólo de esta generación, sino la voluntad de la nación desde hace décadas, mucho menos van a escuchar estos nuevos clamores.
Luchar contra el crimen y la violencia con manifestaciones, o con protestas de parte de los derecho humanistas, es lanzar nubes contra acorazados, es querer vencer con arcoíris la balas, es imposible.
Ahora, en cuanto a la pronta respuesta derechohumanista frente a las acciones de la milicia, allí sí estamos hablando de su trabajo, y de algo que se enraiza en la diferencia fundamental entre el criminal y la fuerza del orden, la mesura. La fuerza del orden ha de ser mesurada en sus actos, tanto por métodos internos como externos, no puede actuar de la misma manera que lo hacen los criminales, porque en ese caso la ley pierde sentido, y también el defenderla. Las organizaciones de los derechos humanos existen para ser la conciencia de las fuerzas del Estado, para mantenerlas, hasta donde sea posible, bajo control, para mantenerlas, si se quiere, diferenciadas del crimen organizado.
Ahora, si los policías arrestados por el ejército son culpables, pues se debe llevar un proceso en su contra, y como en todo proceso, como en toda acción de las fuerzas armadas del estado, supervisado por la ciudadanía, o por su representante como lo son las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

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